Durante varias semanas, la carga de trabajo había sido abrumadora. Nos veíamos atrapados en jornadas laborales de al menos 12 horas al día, debido a una mala estimación y la vaga definición de los requerimientos del proyecto. Finalmente, logramos entregar. Todo el equipo estaba exhausto física y mentalmente, pero no había más opción que "ponerse la camiseta".
Al fin llegué a casa después de las 5 de la tarde. Aún había sol, y mis padres estaban viendo la televisión en la sala. Me recibieron con un cálido saludo. Mi madre se levantó y fue a la cocina, expresando su alivio de que finalmente estuviera de regreso temprano. Creo que estaban preocupados; los padres siempre lo están cuando sus hijos están fuera por la noche.
La cena transcurrió en la sala, mientras mirábamos televisión y comentábamos sobre el calor que había estado haciendo en los últimos días. Mi padre, un hombre de la construcción con valores arraigados, se quejaba de los trabajadores que no soportaban los casi 40 grados de ese verano. Mi madre asentía mientras seguía la programación de la televisión con atención, como una buena familia mexicana.
Llegó la hora de dormir. Mis padres y hermanos se despidieron y subieron a sus habitaciones en el segundo piso. Yo era el único que dormía en el primer piso por lo que casi siempre me tocaba apagar luces y asegurarme de que las puertas estuvieran cerradas.
Normalmente, antes de dormir, pasaba horas frente al monitor de la computadora, navegando en internet o jugando videojuegos. Pero en esta ocasión, decidí irme directo a la cama.
No sé cuánto tiempo había pasado cuando de pronto me desperté. Sentí que el colchón se hundía a mi lado izquierdo como si una mano se apoyara, luego, la misma sensación en el lado derecho. Alguien estaba en mi habitación, subiendo a mi cama. Estaba demasiado oscuro para distinguir nada, en ese momento me di cuenta de que no podía moverme. Era como si algo se apoyara en mi pecho; fue la sensación más horrible que he experimentado en toda mi vida.
Finalmente pude moverme e incorporarme rápidamente con un grito, encendí la lámpara que estaba al lado de la cama. La luz iluminó toda la habitación y pude ver que estaba solo. Salí de la habitación y encendí todas las luces del primer piso, buscando algún rastro de alguien que hubiera entrado a la casa, pero no encontré nada ni a nadie.
Esa noche, experimenté "el se me subió el muerto" por primera vez. Pero, ¿y si no fue solo una sensación? ¿Y si algo realmente estuvo allí, acechando en la oscuridad de mi habitación?
Blog personal donde escribo (no muy) regularmente. Segunda parte del blog hyliax
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